Esta vez el club de lectura nos presenta dos obras del autor Fernando Fonseca con quién tendremos la suerte de contar en nuestra próxima reunión del club para hablar de sus obras.
Pabellón de eternos
Pabellón de eternos es un recreo al tiempo que un reconocimiento a la importancia que el género novelístico alcanzó a lo largo del siglo XX. En ese sentido, debemos agradecer a Fernando Fonseca la pasión puesta en este trabajo que, tal vez amparado en su condición de novelista, alcanza grados de auténtica lucidez y sinceridad. Hermoso recorrido por diversas novelas sobresalientes tratadas, veamos en ello uno de los méritos principales del libro, desde diferentes prismas que van desde la entrevista apócrifa y reveladora (Lezama Lima) hasta la reivindicación de la prosa aferrada al medio (Cela), pasando por la importancia de la ubicación histórica y sus efectos (Lampedusa) o resaltando el hecho social (B"ll), el estilo narrativo (Barnes), el autobiografismo (Duras), etcétera. Cada novela aquí comentadda parte de un enfoque diferente al de las demás. Por eso mismo, la lectura de Pabellón de eternos se hace, a la vez que enriquecedora, entretenida y necesaria. Es decir, cada novela aquí presente nos aporta un nuevo placer, una impagable guía y una agradable sorpresa.
Palabras de cocaína
La definitiva demostración de la actitud reflexiva de aquellas personas en período de superación de una drogodependencia, a través de un viaje sugerente y cautivador, poético y cotidiano, por la memoria y la nostalgia de un individuo que se reconoce débil ante las oprimentes exigencias del mundo exterior, el mundo normal.
A partir de una técnica próxima al "monólogo interior", nuestro personaje, sutilmente desdoblado en su mundo interlocutor, Aníbal (un espejo que apenas ofrece visos de realidad en tan logrado juego metafórico de presencia del alter ego), se interna en el desarrollo de un diálogo unilateral, enriquecedor y terapéutico.
A través de ese espejo, cualquiera de nosotros puede verse reflejado, haciendo que Palabras de Cocaína nos resulte un relato apasionante de nuestra cotidianeidad, agazapada en la memoria.
A partir de una técnica próxima al "monólogo interior", nuestro personaje, sutilmente desdoblado en su mundo interlocutor, Aníbal (un espejo que apenas ofrece visos de realidad en tan logrado juego metafórico de presencia del alter ego), se interna en el desarrollo de un diálogo unilateral, enriquecedor y terapéutico.
A través de ese espejo, cualquiera de nosotros puede verse reflejado, haciendo que Palabras de Cocaína nos resulte un relato apasionante de nuestra cotidianeidad, agazapada en la memoria.
¿Conocéis su obra?
Disfrutadlos y cuenta cosas pronto.
ResponderEliminarBesitos cielo.
No conocía al autor. A ver qué nos cuentas. Disfrútalos!
ResponderEliminarBesotes!!!